miércoles, 3 de agosto de 2016

Teoría Psicoanalítica de Sigmund Freud

Sigmund Freud (1856-1939) se sirvió de los estudios de casos clínicos de sus pacientes adultos, lo mismo que de sus propias reminiscencias infantiles para elaborar lo que más tarde se conocería como teoría psicoanalítica, durante más de 40 años, la depuro y convirtió en una concepción muy compleja del desarrollo y de la naturaleza humana. Aquí trataremos los aspectos fundamentales de la teoría freudiana.
En la teoría psicoanalítica clásica hay dos secuencias de desarrollo que se superponen en algún punto. La primera se refiere a la estructura de la personalidad y a sus componentes fundamentales; la segunda, a las etapas durante las cuales el desarrollo de la personalidad se ve influido de diversas maneras. Según Freud, desde el nacimiento el niño está dominado por el ID (ello), el componente primitivo y egoísta de la personalidad. Es decir, representa el” animal” que nos habita y genera impulsos de origen biológico “deseos instintivos” que es preciso enfrentar de una o otra manera. Los impulsos tienen que ver con cosas como obtener comida y agua y satisfacer otra necesidad de la supervivencia, lo mismo que con el sexo y la agresión (en la teoría freudiana estos dos últimos son esenciales en torno a ellos se estructura de manera dinámica la personalidad). El ID se rige por el principio del placer busca la satisfacción inmediata y evita el dolor. Forma parte de una mente inconsciente más grande que, de acuerdo con Freud, rige la mayor parte de la conducta sin que nos percatemos de ello. Por ejemplo, cuando empezamos a caminar (incluso antes) estamos acumulando temores, culpas y conflictos inconscientes que habremos de encarar a lo largo de la vida.
A medida que avanza el desarrollo, el ego (yo) evoluciona en forma gradual a partir del ID, y con el tiempo se convierte en un componente individual de la personalidad. Es como el “agente ejecutivo” de los impulsos del ID. Es la mente consiente y se compone de lo que sabemos y pensarnos en un momento dado; y nos sirve para conciliar los impulsos del ID con la realidad externa. Por ejemplo, si el ID envía un impulso sexual, el ego lo enfrentara de alguna manera, ya sea satisfaciéndolo o desviándolo mediante los mecanismos de defensa. Por tanto, el ego se rige por el principio de realidad y constantemente debo conciliar los impulsos y otras fuerzas inconscientes con las exigencias y restricciones de la sociedad.
El superego (superyó) empieza a evolucionar a partir del ego durante el periodo escolar. Consta de lo que llámanos conciencia, además de lo que Freud denomina ego ideal: las imágenes y las creencias de lo que deberíamos ser como personas. Podemos decir que se rige por el principio de moralidad interactúa de manera dinámica con el ID y el ego; por ejemplo, si el ID produce un impulso sexual y el ego encuentra la manera de satisfacerlo, el superego intervendrá en caso de que desapruebe lo que el ego se propone hacer. ¿Cómo podría intervenir el superego? Podría amenazar y quizás liberar grandes dosis de vergüenza y culpa.
En lo que respecta a la personalidad como un todo, los tres componentes de Freud pueden desarrollarse con diferente fuerza: una persona con un id “fuerte” y un supuesto “débil” tendrá poco control ético y moral sobre su conducta. Una persona con un superego “muy desarrollado” se sentirá abrumada por sentimientos de culpa y será muy segura.
Desde un punto de vista distinto, el desarrollo evoluciona a través de las etapas psicosexuales. Aquí, con todo interés se concentra en las zonas erógenas que cambian en los primeros años de vida. Una zona erógena es una parte del cuerpo que procura intensa gratificación cuando se la estimula. En la primera etapa, que corresponde a gran parte de la infancia ¨, esa área se concentra en los labios y la boca; de ahí que Freud la haya llamado etapa oral. La siguiente es la etapa anal, en la cual la zona erógena se desplaza a la región que rodea al ano y duran te la cual suele efectuarse el entrenamiento en el control de esfínteres. Viene después de la etapa fálica, en que la zona erógena se desplaza a los genitales y permanecen allí por el resto de la vida. Después de esta etapa, de acuerdo con Freud, habría un periodo de latencia en la niñez media, en el cual las pulsaciones sexuales se desactivan, y, por último, aparece la verdadera etapa genital, que comienza con la pubertad cuando los impulsos sexuales predominan una vez más.
Freud tuvo mucho menos que decir respeto de las dos últimas etapas, la mayor parte de su vida la dedico a las tres primeras. La observación informal de las conductas del niño durante las etapas oral, anal y fálica parecen corresponder a lo que destaco, los lactantes interactúan fundamentalmente “llevándose los objetos a la boca”, cuando empieza a  caminar, al niño le preocupan las funciones eliminatorias; y el preescolar posee al menos una sexualidad primitiva que le permite sentir la excitación sexual, Freud fue el primer teórico en llamar  la atención sobre estos aspectos del comportamiento, aunque sus explicaciones se parecen muy poco a las que se aceptan hoy en día.
Freud sostuvo que, durante las etapas psicosexuales, pueden presentarse fijaciones capaces de influir en la personalidad por el resto de la vida. Se trata de “detenciones” que hacen que el adulto siga buscando gratificación en formas que solo son apropiadas para niños. Por ejemplo, si a un niño se le da demasiada o muy poca alimentación durante la infancia, podrá convertirse en un adulto que mastica chicle, fuma, bebe o habla en exceso. No obstante, aunque nadie niega que las experiencias tempranas afectan en forma profunda la personalidad posterior, las investigaciones realizadas muchos años después de que Freud formulara su teoría han ofrecido poco sustento, si acaso, a la influencia de las fijaciones cotidianas algunos términos.
ORAL: del nacimiento al año o al año y medio. El niño obtiene placer y gratificación sobre todo de la estimulación de la boca y de los labios
ANAL: de uno a tres años. El niño tiene placer y gratificación principalmente de las funciones de eliminación
Ejemplo de fijaciones: anal-retentiva. La personalidad del individuo se caracteriza por la tacañería y la obstinación, asi como por el “estreñimiento emocional” y por la dificultad para expresar sus sentimientos, anal-expulsiva, en la cual el individuo sufre “diarrea emocional” y no puede contener sus pensamientos ni sus sentimientos.
FALICA: de los tres a los cinco años o seis años. La zona erógena se desplaza a los genitales y adquieren carácter sexual.
PRINCIPAL PROBLEMA A RESOLVER: Complejo de Edipo o de Electra
LATENCIA: de los cinco o los seis años a los 12 años. Los impulsos sexuales permanecen latentes.
GENITAL: a los 12 años en adelante. El predominio de los impulsos sexuales retorna con la adolescencia y la pubertad.

La dinámica freudiana del desarrollo psicosexual ha despertado acaloradas polémicas, pero vale la pena explorarla porque resalta algunos de los problemas que el plantea el estudio de casos. Basándose en los informes de sus pacientes y en su propia niñez, Freud sostuvo que todos los niños experimentan lo que denomino complejo de Edipo, por el legendario rey de Tebas que mato a su padre, Layo, y sin saberlo se casó con su madre Yocasta. Según Freud, durante la etapa fálica el niño siente deseos sexuales por su madre, pero teme que su padre lo castre como castigo (ansiedad de castración), sin embargo, con el tiempo se identifica con su padre y procura parecerse lo más posible a él, sobre todo en lo referente a los principios morales. Está convencido de que su padre no lo castrara se le asemeja. Y así, a raíz del complejo de Edipo, se forma el superego del niño.
Las mujeres, lo propuso Freud, experimentan el complejo de Electra, en la etapa fálica. La designación también proviene de la mitología griega: Electra planeo matar a su madre, Clitemnestra, por haber asesinado a su padre, Agamenón. En este complejo, la niña siente deseos sexuales por su padre lo mismo que envidia del pene, que la impulsan a sentir deseos por el miembro de su padre. Con el tiempo resuelve el conflicto de manera simbólica ya sea identificándose con la madre o bien por la esperanza de tener un hijo varón. Sin embargo, de acuerdo con Freud la envidia del pene no genera tanta fuerza motivacional como la ansiedad de castración; así que las niñas adquieren con menos firmeza los principios morales y la ética personal. De hecho, las mujeres terminan teniendo un superego más débil.
Como se habrá de imaginar, las investigaciones posteriores no confirmaron la hipótesis de los conflictos de Edipo y de Electra en los preescolares.
A pesar de su subjetividad e hincapié en la sexualidad, la teoría psicoanalítica revoluciono la forma en que concebimos la personalidad y la motivación, preparando así el terreno para otras teorías más objetivas y precisas. Las aportaciones perdurables de Freud incluyen la idea de la mente inconsciente, la cual conserva su vigencia, aunque hoy no reciba tanta atención. No siempre sabemos porque hacemos las cosas y por lo menos parte de lo que hacemos es resultado de necesidades y deseos como los que Freud le atribuyo al id. Así mismo propuso la hipótesis de mecanismos de defensa del ego como la negación (no querer enfrentar la realidad) y la racionalidad (alejarse de lo que deseamos cuando no podemos obtenerlos), las cuales todavía son formas aceptables en el que el ego supera la frustración y otros aspectos desagradables de la vida cotidiana.
En conclusión, en la teoría freudiana constituye un ejemplo excelente de la necesidad de ser electicos al estudiar las teorías del desarrollo y de la conducta en general; tomemos pues lo bueno y lo que funciona y no desechemos en su totalidad una teoría tan solo porque una parte no se sostiene. En cuanto a la opinión de que nuestros motivos básicos son por completo egoístas y “malos”.

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